14 de enero de 2016

Álbumes de huellas de bebés arramplando con toda la basurilla que tengamos por casa (lo que se viene llamando scrapbooking)

Aprovecho de nuevo que mis peques han cumplido 36 meses para mostraros cómo doy salida a los objetos que acumulo en plan Diógenes, y todo porque me da pena tirar según qué cosas. Técnicamente se llama scrapbooking; en mi casa se llama ser una cutre y una guardija.
Desde el primer mes de vida de mis hijos les saco las huellitas de manos y pies para hacerles un álbum (sólo tengo uno, ainsss, tendrán que compartirlo) como recuerdo.
Pues bien, ya lo he acabado porque decidí ponerle punto y final a los tres años. Ya bastante trabajo cuesta sacar imaginación para rellenarlo entero. He podido reciclar bastantes cosas, os pongo algunas fotos de las láminas más significativas. Las cartulinas son las que vienen en los blocs de manualidades de Crelando que venden varias veces al año en el LIDL. La decoración, toda clase de basurilla que ande por casa:
  • Flores secas y algún lazo con publicidad, o puntillas, que no vamos a usar para otra cosa.
  • Trozos de papel de regalo, papel para manualidades o papel decorado, fieltro...
  • Adornos de los que vienen en las etiquetas y las bolsas de navidad.
  • Plumas, antifaces y adornos de cotillón de nochevieja.
  • Naipes, pegatinas, cromos...

La tapa del álbum, de cartón corrugado, unas letras de papel decorativo (de unos blocs que venden en Bricor) y unas pegatinas del chino que antes estaban decorando el marco de un espejo de sobremesa. No se aprecia pero las letras tienen relieve y brillos.


Huellitas del primer y el segundo mes (del primer mes no hubo huevos de sacarles la huella de la mano en condiciones porque no la abren bien). Ainnnss por entonces cabían 6 huellas en una cartulina. El reno está sacado de una etiqueta del Corte Inglés, la nieve es papel sacado de una taladradora, la cinta de regalo la tenía para otra cosa, la etiqueta del regalo es de las felicitaciones de Artis Muti, de hace mil años. Las témperas con las que saco las huellas están medio fosilizadas. Fijaos que se aprecia que Alejandro era más grandote que su mellizo.
Atención al estirón de los 5 meses. Las letras están hechas con papel decorativo de unos blocs de papeles del mundo que venden en el Bricor. La mariposa está hecha en papel amarillo, marcada con rotulador y decorada con brillantina roja y azul, aunque no se aprecia en la foto. Muy resultona para repetir y decorar cualquier otra cosa.

Un lazo sacado del envoltorio de un kit de geles de baño regalado, con lavanda recogida en mi pueblo, y las letras escritas con rotulador brillante comprado en el LIDL. Yo al LIDL tengo que ir con tiento para no fundir la Visa cuando venden material de escritorio. Estos lazos tan anchos y que están escritos por una cara sólo sirven para esto o como bies de costura, pero no los tiro ni de coña.
A falta de materiales más nobles, y como conviene que la decoración sea planita, se aprovecha cualquier trozo de papel que haya sobrado. Los papeles plateados y dorados nunca los tiro.

Pedazo estirón que pegó el Alejandro. Más flores secas y una cinta escamoteada a mi madre que data del siglo III antes de Cristo. Los cartones blancos los saco de los paquetes de las medias o cualquier otro envoltorio. Con las huellas fallidas les he hecho tarjetas de recuerdo a las abuelas en conmemoración de las fechas clave: 1, 2 y 3 años.
Los redondeles están sacados de cartulinas decoradas; las letras que parecen de strass, de un adorno de unas botas que ya estaban rotas. ¿Eran unas botas? No recuerdo, el caso es que eran tiras de cuadraditos brillantes que se pueden reciclar para otra cosa.

En vez de tirar el cotillón de nochevieja aprovechas los adornos, junto con un poco de purpurina que va bien para todo y rotuladores mágicos que cambian de color.
Los retales de papeles adhesivos que se aprovechan para otras labores no se tiran, que nunca se sabe cuándo los puedes necesitar... Que por cierto, que las huellas están sacadas con pintura de témpera pre-fosilizada de cuando Franco era corneta. Si es que yo no tiro de nada...
Un corazón de fieltro sacado de un espantabichos que venía en una maceta con flores que compré o me regalaron, pero que se puede elaborar fácilmente en todo caso, y un resto de piculina que compré en su día para hacerme una gargantilla barata (de cuando se llevaban los collares muy apretados al cuello y con efecto de tatuaje).
Laca de uñas con purpurina y un colgante de flores que ya que no iba a servir para otra nochevieja ni para una disfraz de hawayano, se usa para otra cosa.
Al hermano le puse unos restos de cotillón de nochevieja y unas letras hechas con laca de uñas metalizada, regalada, para más inri. Que las lacas de uñas vienen fenomenal para pintar. Unas cartulinas lucen más que otras, pero qué narices, lo que importa son las huellas.
Más aprovechamiento de adornos de Navidad de las compras del Corte Inglés; encima yo no soy clienta habitual, todo procede de regalos.
Unas plumas de decoración de Mona de Pascua o de adorno de copa de helado conservadas a propósio, sabiendo que algún día iban a tener un final mejor.
Los meses que falla la imaginación bastan unos papeles de colores para hacer algo apañado.
Revoltijo de aprovechamiento variado: retales, restos de papel, brillantina, cintas...Horror vacui.

Simples letras hechas con fieltro.
Con unos naipes incompletos (de una baraja muy vieja a la que faltan muchas cartas) se pueden buscar "buenas manos" o "jugadas" para que si las usamos para decorar una tarjeta de felicitación o lo que sea tengan un sentido. Por ejemplo, unos dúplex en el mus (tuve que recibir asesoramiento del maromo porque yo casi no me acuerdo de estas cosas). Los entendidos pillan el chiste y han quedado muy coloridas sobre fondo negro. Con tanta decoración de cartulinas no gano para tanto rotulador plateado.
Con el mismo resto de baraja, las "31", que también es una buena baza en el mus. No tenía naipes adecuados para jugadas mejores, lo siento; ya he dicho que me quedaban pocas cartas. Los ases y los reyes dan mucho juego porque se pueden buscar dobles sentidos para una tarjeta de felicitación.

Por el grosor del conjunto y el tipo de abertura que yo le quería dar, no le quise poner una encuadernación japonesa, que queda muy aparente para estos trabajos manuales. Así que simplemente hice agujeros con una taladradora y he aprovechado unas anillas que llevan rondando por mi casa al menos 20 años. Se podían haber aprovechado anillas y aritos procedentes de cualquier cosa, o haberlo encuadernado con unos lazos (aunque sé por experiencia que luego el libro queda más incómodo de abrir).
Y el libro de huellitas abierto sin problemas. Con tanta decoración queda un libro de dos dedos de ancho, y ya lo he guardado en una de las bolsas de papel tan bonitas que me dieron junto con los regalos de nacimiento de los bebés. Listo para que pasen las décadas por él. Aunque también podría haber hecho una funda de tela cosida en condiciones...

A lo tonto he gastado casi todas las cartulinas de este tamaño que vienen en los blocs de Crelando. Unas láminas salen mejor que otras; es que no se puede tener buen gusto y ser original todo el rato.

Las huellas de los meses clave (12, 24 y 36) se las he sacado por duplicado para montar un cuadrito para las abuelas y que tengan un recuerdo de crecimiento, también con cartulinas decoradas de Crelando. Como tienen dibujos preciosos por ambos lados, son ideales para pequeñas tarjetas de este estilo.

¿Qué os parece? Parezco la loca de las cartulinas y la papelería, me tengo que contener para no acumular de todo, pero siempre encuentro la manera de darle un uso.  Y eso que yo me lo he cerrado regular, pero quien le quiera poner más ganas, tiene opciones para reciclar pequeños objetos semi-planos de forma casi ilimitada. Luego mi madre me echa la peta por acumular tanta basurilla, pero el álbum le ha encantado. ¿Y a vosotros?

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