15 de septiembre de 2015

Libro de texturas para bebés a partir de toda clase de retales

Pues estaba yo bullendo de inquietud creativa mientras daba el pecho a mis mellizos y me dije: "¿para qué voy a comprar un libro educativo que les ayude a aprenderse los colores y las texturas, si tengo yo guardados miríadas de retales de todas clases, muchos de ellos inutilizables a priori?"

Así que me puse manos a la obra a combinar y coser toda clase de retales y tipos de tela para hacerles una especie de libro educativo. También pensé en añadir cremalleras, snaps, corchetes, lazos y botones muy bien cosidos para enseñarles a desabrochar cosas, pero al final sólo gasté botones solitarios.
Libro al que, salvo la parte de los botones y la página de la redecilla, mis hijos hicieron caso omiso. Al final los colores y demás los aprendieron por su cuenta, pero lo que importa es la intención, que era buena.
Mis acabados no son nada profesionales por el grosor de algunos retales y el número de páginas excesivo, pero teniendo cuidado de hacer todas las páginas del mismo tamaño, reducir su número a un máximo de 6 y añadir un lazo o broche que mantenga el conjunto cerrado y unido, creo que queda una cosa curiosa para regalar a unos futuros padres o dejarla como herencia familiar.
Esta es la "portada" del libro, con botones de todos los colores posibles y diferentes tamaños y formas. Para evitar accidentes están cosidos a conciencia, totalmente a prueba de tirones y mordiscos. Es la manera que más gustó a mis niños de repasar los colores y tonos.
Página 1: retales de franela y terciopelo de diferentes colores y formas, y por supuesto, de texturas. Página 2: combinación de telas para el aprendizaje de diferentes colores y diferencia entre liso/estampado/rayas. Esta página está rellena con una lámina gruesa de papel de celofán para dar ese efecto de "crujido" que les gusta tanto a los niños.
Página 3: combinación de telas (todas procedentes de calzoncillos del padre!!!!) para el aprendizaje de colores y estampados (conejitos, rayas verticales y horizontales, cuadritos). Página 4: combinación de pelo de conejo (¿¿¿¿de dónde narices lo saqué??????) y tela vaquera con diferentes bordados hechos a máquina con diferentes colores: zigzags más o menos elaborados y diferentes tipos de ondas.

Página 5: franjas de diferentes colores con textura de punto. Página 6: el retal de un velo para danza del vientre es un buen ejemplo de tela muy finita, pero acordaros de recortarlo en zigzag para que no se deshilache por entero y acabe desapareciendo!!

Página 7: piel de conejo negra sacada del ribete de un guante de lana desparejado (el otro guante se perdió) y satén blanco como contraste extremo de color y textura. Página 8 (apenas perceptible): retal de tela de redecilla, con textura "crujiente" (creo que la saqué de algún tipo de lazo o adorno, quizás de las flores que me regalaron por el nacimiento de mis hijos). Esta página también triunfó.
Página 9: obviamente, la "trasera" de la página 8. Página 10: contraste entre textura terciopelo rojo oscuro (restos de un top de la madre) y textura lisa con estampado de cuadritos en tonos rojizos (sí, vuelve a ser tela de calzoncillos del padre...es que queda bien con todo!!!!). Tuve que añadir sobre la marcha un trozo de tela como adaptador por el grosor que estaba alcanzando el conjunto, a manera de lomo del libro, aunque quedó muy descuadrado.
Y la contraportada, poco glamurosa, con otra selección de telas y lonetas lisas, con rayas, flores, cuadritos grandes y pequeños...¡un poco de todo!
 Me cuesta encontrar otra manera de reciclar tantos y tantos tipos diferentes de tela, con trozos tan pequeños y miserables, aparte de botones solitarios. Si se diseña mejor que lo que yo hice y se vigila la ejecución, creo que queda algo digno de regalar para un bebé. He visto libros "táctiles" comerciales con la misma intención bastante más pobres en variedad de colores y texturas. Al menos mi libro da para un rato largo de estar repasando con el bebé toda clase de colores, líneas, etc.
El caso es que ahora anda por casa sin que nadie le haga caso y yo he pensado incluso en recuperar de nuevo los botones y tirar lo demás, pero por otro lado pienso en dejarlo como un recuerdo más de la infancia de mis hijos que si quieren, pueden guardar para sus propios hijos.

Vosotros qué pensais, ¿es demasiado cutre para conservarlo?

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